Noticias
 
Juicio sobre la obra de Rosales
 

La revista Arte Español (1926. 4º Trimestre Ano XV. Tomo VIII. num. 4., pág. 159-162) publicó un artículo del Marqués de Montesa. Un libro póstumo de Beruete, referido a su obra: Historia de la pintura española del s. XIX. Elementos nacionales y extranjeros que han influido en ella. Madrid 1926. Imp. Blass.

Explica el autor las vicisitudes de esta publicación.

En el cuerpo del artículo leemos el párrafo que transcribimos referido a Rosales y Fortuny:

“Es el mayor mérito de este estudio el acierto con que Beruete buceó en la pintura del s. XIX, a pesar de que el foco estaba todavía demasiado próximo, pues solamente habían transcurrido tres años desde su extinción.

La influencia Davidiana en la Pintura española, aportada por D. José Madrazo, Aparicio y Rivera (D. J. A.); la reacción operada en los hijos de éstos, don Federico Madrazo y D. Carlos Luis Rivera, en sentido anticlasicista, el periodo romántico, y aun el primer período de la llamada Pintura de Historia, hasta la Restauración, están bien vistos, justificados y clasificados en el trabajo de Beruete, en el que se complace en destacar las figuras sobresalientes de Rosales y de Fortuny.

“Sería interesantísimo -dice- un estudio comparativo de estos dos pintores de una misma época, de un mismo país, y, sin embargo, tan opuestos.”

Claro es que su visión no es la misma que hoy tendría el propio Beruete (y así lo comprende Moret en el prólogo). Ahora vemos a Rosales, no sólo como el mejor de los pintores de episodios históricos entre sus contemporáneos, sino como un gran interprete plástico de la Filosofía de la Historia (Testamento de Isabel la Católica”, 1864; “La muerte de Lucrecia”, 1871) del bellisimo “Tobías y el Angel” hijo legitimo de Leonardo y de Velázque, y el glorioso autor del más asombroso desnudo que se ha pintado en el mundo en el siglo XIX. Y consideramos a Fortuny, más importante aún que por sus preciosismos y primores de técnica, por ser un verdadero y sagacísimo luminista, quizá el primero que vió que las sombras no son grises, y que pintó figuras al aire libre, culminando en “La playa de Portici” (1873).”

 

     

 

   

Luis Rubio Gil

abril, 2003

   
Volver a noticias